20 ene 2012

Lectura, vitamina para la mente




El aprendizaje de la lectura ocurre en la infancia y se le atribuyen beneficios para el cerebro; ahora se ha descubierto en qué consisten y cómo se mantienen con el paso de las décadas. Leer siempre consigue mejorar la actividad del cerebro, independientemente de la edad del lector.

Según un estudio del Instituto Nacional de Investigación Médica de Francia, en Gif sur Yvette, aprender a leer incluso durante la vida adulta, es una experiencia tan importante para que hace que el cerebro recoloque sus recursos y modifique su estructura.

Los científicos, dirigidos por Stanislas Dehaene, escanearon la actividad cerebral de 63 personas adultas divididas en tres grupos: quienes no sabían leer, quienes aprendieron a hacerlo de niños y quienes aprendieron de adultos.

En concreto midieron su respuesta cerebral ante textos orales y escritos, rostros, casas y varias herramientas, mediante imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional (RMf).

Todos los participantes tuvieron respuestas más intensas ante las palabras escritas en varias zonas del cerebro que procesan lo que observamos. Las palabras escritas también provocaron actividad cerebral en partes del lóbulo temporal izquierdo que responden al lenguaje oral en quienes saben leer, aunque no en los analfabetos.

La lectura modifica el cerebro
Además la capacidad para leer perfecciona el procesamiento del lenguaje oral al mejorar una región fonológica, el ‘planum temporal’. Estos mecanismos neuronales permanecen capaces de apoyar el aprendizaje durante toda la vida adulta.

Estos datos coinciden con los obtenidos por el investigador Manuel Carreiras, del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje en San Sebastián (España), quien descubrió que los cerebros de los adultos que habían aprendido a leer a edad avanzada tienen una estructura distinta a la de los analfabetos.

Leer también nos vuelve más veloces mentalmente y permite que nuestra experiencia sensorial sea más rica y amplia, de acuerdo al doctor Jeff Zacks, investigador de la Universidad de Washington (EE. UU.), quien ha descubierto que para procesar las palabras captadas por el ojo, el cerebro realiza una simulación, valiéndose de experiencias adquiridas previamente.

Para el psicoterapeuta José María Sanz, experto en programación neurolingüística, una terapia complementaria que se centra en la relación entre las palabras y las conductas, “la lectura rápida permite una mejor comprensión del texto en menos tiempo, y por lo tanto puede considerarse una forma de leer más eficiente”.
Para mejorar nuestro nivel de lectura, Sanz sugiere practicar algunos ejercicios, como “ir subrayando cada línea del texto con el dedo, mientras vamos leyendo lo que este apéndice marca, con lo cual damos a los ojos un enfoque concreto a donde apuntar, evitando los las retrocesos de la vista innecesarios”.

“La lectura lineal, en la que se lee lentamente palabra por palabra, proporciona una pobre comprensión e incorporación del contenido leído.

En cambio, la denominada lectura comprensiva, nos posibilita relacionar y hacer interactuar lo que ya sabemos con la información que leemos, sacar conclusiones y fijar los nuevos conocimientos”, señala Sanz.

Para desarrollar esta modalidad de lectura, destinada sobre todo tareas de estudio, aprendizaje o elaborar textos profesionales, el experto sugiere “leer el texto rápidamente para que la mente se enfoque y concentre en toda la información que está pasando delante de nuestros ojos y el cerebro pueda procesar estos datos a mayor velocidad y reactivar nuestros conocimientos previos”.

Fuente: Vanguardia

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