28 sept 2012

¿maestr@ o educad@r?

 

Educad@r, maestr@….¿qué sois? ¿por qué lo sois? ¿es necesario serlo?


¿Tú eres un maestro? ¿Tú eres un educador?

Un maestro enseña; educador llega.

Un maestro normalmente se centra en planes de estudio y evaluación. Un educador se centra en el desarrollo y evaluación.
 
En la carrera curricular, un profesor transpira. En el viaje de aprendizaje para toda la vida, un educador inspira. (Un educador va más allá.)

Un profesor trabaja con el contenido. Un educador trata de
personas.

La enseñanza es un trabajo. La educación es una vocación.

Algunos profesores hacen esto para ganar algo. Los educadores lo hacen para aprender (sobre sí mismos, a sus estudiantes, mejores maneras de inspirar, etc.).

Un profesor puede conectar en red a nivel local. Un educador está conectado a nivel mundial (y piensa y actúa de esa manera)... creo que es muy importante analizarlo, valorarlo y tenerlo presente, tanto dentro como fuera de las organizaciones educativas: escuelas, institutos, universidades, escuelas de negocias, bibliotecas, restaurantes, en la calle misma, en las familias... si se entiende esto, se entenderá el por qué las ORGANIZACIONES EDUCATIVAS OFICIALES, no funcionan ni dificilmente funcionarán, y no por los edificios, normas, sistemas —que también— sino por las personas…

Me encanta el último punto: los maestros/profesores ESTÁ CONECTADO A NIVEL LOCAL, los educadores, ESTÁN CONECTADOS A NIVEL MUNDIAL y piensa y actúa de esta manera… muy gráfico y claro... el mundo necesita personas que vayan más allá, que se anticipen a las cosas… esto es lo que hacen los verdaderos educadores. Llegan a nuestros jóvenes, y marcan la diferencia, hablan con ellos —no les enseñan— les hacen pensar y decidir… No es simplemente un trabajo para ellos, y ninguna cantidad de dinero les recompensará por todo su compromiso y la participación de sus horas extra gastado los estudiantes, la preparación, el marcado, la planificación y el estudio.
 
...los Educadores no mandan actividades, y actividades…sino los que consiguen que las actividades sean los aprendices, no son los que actuan con CANTIDAD, sino con calidad… no son los que hablan mucho, sino los que escuchan…
 
Ellos están más conectados que cualquier generación anterior de los educadores, y son más apasionados. Ellos serán los que marquen la diferencia en la vida de los jóvenes. Creo que un día vamos a mirar hacia atrás en este período de tiempo y diremos “que era una extraordinaria generación de educadores, en un tiempo en que lo importante eran los APRENDICES"…

8 sept 2012

Baja autoestima en niños y adolescentes

La autoestima es el valor que nos otorgamos a nosotros mismos, es decir, cómo y cuánto nos valoramos. Todos deberíamos tener una buena autoestima, es decir, un buen concepto de nosotros mismos, pero no siempre ocurre así, y en los niños y adolescentes, que tan inestables son por los cambios que les impone el desarrollo, mucho más. Veamos cómo les afecta una baja autoestima y qué hacer ante este problema. 

 

La baja autoestima

Hoy en día, en las sociedades desarrolladas, los niños y los adolescentes tienen todas sus necesidades cubiertas, incluso, muchos, tienen de todo y más de la cuenta. Sin embargo, cada vez existen mayor cantidad de niños y adolescentes con problemas de depresión, problemas con el alcohol y las drogas, el bullying o acoso escolar, etc.

La autoestima es la conciencia que tenemos de nosotros mismos y está relacionada con nuestra propia aceptación. Cuando su nivel es bajo, o porque no se ha desarrollado correctamente o porque se sufren “reveses”, somos vulnerables a influencias tóxicas o reaccionamos de forma inadecuada.

La comunicación familiar es el mejor arma para evitar estas influencias tóxicas; el dedicar tiempo a educar y que este tiempo sea de calidad, sabiendo poner límites cuando hay que ponerlos y reconocer sus logros, felicitándole por ellos, es la forma más adecuada de procurarle una autoestima correcta.

Consecuencias de una baja autoestima

Los problemas de niños y adolescentes que pueden tener su origen en una baja autoestima pueden ser:
  • Agresividad y actitudes violentas.
  • Depresión y tristeza.
  • Ideas y tentativas de suicidio.
  • Síntomas de inferioridad e incapacidad.
  • Problemas con el alcohol y las drogas.
  • Trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia.
  • Consumismo y compras compulsivas.
  • Timidez extrema y dificultades para la interacción social.

 

Los signos para sospechar una baja autoestima en tu hijo

Los signos más habituales de un niño y un adolescente con baja autoestima son los siguientes:
  • Suele usar frases como el “no puedo”, “no sé hacerlo”, “nunca lo aprenderé”, etc.
  • Tiene sentimientos de impotencia, con lo que suele enfrentarse a los retos convencido de que no los superará.
  • Se deja influir fácilmente, cambia de ideas y de conductas muy a menudo y en función de con quién esté.
  • Evita todas aquellas situaciones que le pueden provocar algo de ansiedad.
  • Se queja de que los demás no le valoran.
  • Tiene pobreza de sentimientos y de emociones.
  • Se pone muy a menudo a la defensiva y se frustra con facilidad.

 

Qué podemos hacer por ayudarle

La familia debe convertirse en su punto de apoyo principal, son etapas en las que los padres debemos de volcarnos con los hijos y hacer todo lo posible por elevar sus niveles de autoestima. Algunas de las claves más efectivas para lograrlo son:
  1. Habrá que procurarle oportunidades para que pueda lograr tener éxito. Una buena forma de elevar su autoestima es que realice actividades en las que pueda tener éxito y pueda comprobar lo capaz que es de realizarlas.
  2. Hay que hacerle responsable de determinadas tareas familiares desde pequeño, es necesario que se le impongan límites en su educación.
  3. Hay que ayudarle a sentirse seguro y a confiar en sí mismo. Cuando desde pequeño se confía en él, se le da responsabilidades, y se le da afecto y cariño, reconociéndole sus logros, ayudamos a forjar una autoestima fuerte y adecuada.
  4. Tener una infinita paciencia. En la adolescencia sobre todo, hay una tormenta emocional que afecta a los hijos. Hay que hacer un esfuerzo extra por comprenderlos, y por tolerar en cierto grado sus cambios emocionales y de conducta, igual que ocurre con las rabietas infantiles.
  5. Mantener una comunicación constante con el hijo, ayudará a contrarrestar el efecto de los mensajes que le llegan a través de otros medios, a solucionar sus dudas e incertidumbres, y a no tener que recurrir a otras fuentes para solucionar sus problemas.

Fuente: Psicoglobalia
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