¿Cuántas veces pensamos que la creatividad no es para nosotros, que no es algo que podamos aplicar en nuestra vida? Lo vemos como algo lejano y difícil, pero ¿y si fuera cuestión de fe?
Cuando el español Alejandro Campos Ramírez fue herido en un bombardeo a Madrid durante la Guerra Civil, tuvo que pasar un tiempo internado en Cataluña. Impedido de practicar deportes, buscó satisfacer sus deseos de jugar al fútbol e inspirándose en el ping-pong creó el metegol.
A veces la respuesta está en creer. Creer que si buscamos, algo vamos a encontrar. Aunque no hallemos exactamente eso que fuimos a buscar. Se trata de realizar una exploración con apertura mental para obtener un buen resultado, aunque no sea el que imaginábamos.
Como dijo Wallace Stevens, “La imaginación es el poder que tiene la mente sobre las posibilidades de las cosas”.
Buscando en otras disciplinas, otros mercados, otros mundos, podemos encontrar respuestas a los interrogantes de nuestra empresa. Trazando analogías podemos comprender lo desconocido a través de lo conocido, llevar lo exitoso de un campo a otro.
Así lo hizo el ingeniero sueco Ruben Rausing, quien en 1944 estaba buscando una forma práctica e higiénica de envasar la leche y reemplazar las botellas de vidrio retornables. Un día mientras cocinaba salchichas, su esposa le preguntó por qué no fabricaba un envase similar a la piel que recubre las salchichas. Esta comparación lo llevo a trabajar en la creación de un tubo que pudiera ser llenado de leche, sellado y fraccionado. Años después creo el Tetrapack.
Se trata de creer en que es posible hacer algo distinto a lo que venimos haciendo y tener éxito. Dejar de pensar que, porque siempre hicimos las cosas de una determinada manera, no existe un mejor camino. Que siempre nos hayamos dedicado a un mismo rubro o especialidad, no significa que el éxito no estará esperándonos detrás de una nueva actividad. Es verdad que cuesta cambiar, pero muchas veces tomar ese riesgo tiene su recompensa.
Cuando el Papa Julio II le encargó a Miguel Ángel que pintara la Capilla Sixtina, el célebre artista se resistió en un principio, ya que se consideraba escultor. Hoy, quinientos años después, el mundo sigue admirando sus frescos.
Sigamos el consejo de Joseph Chilton Pearce: “Para vivir una vida creativa, debemos perder el miedo a equivocarnos”.
La creatividad es una habilidad y, como con cualquier otra, todos podemos aprenderla, practicarla y usarla cada vez más y mejor.
Entonces, será cuestión de creer en nuestros procesos de búsqueda, de indagar en otros campos y de animarnos, para aumentar la creatividad en nuestras empresas.
Fuente: Materiabiz
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