30 ene 2012

El tamaño no importa


Una de las cuestiones que siempre se han planteado es la influencia del tamaño de aula (ratio de alumnos por clase) en los resultados académicos. La experiencia diaria parecía decirnos que sí, sin embargo, los resultados de una estudio reciente afirma que el tamaño del aula parece no tener demasiada influencia en los resultados finales de los alumnos.

Parece claro, y a la vista de las situaciones empíricas que la mayoría de docentes nos encontramos en las aulas heterogéneas (con alumnos de diferentes ambientes sociales y capacidades cognitivas) de nuestro país, que la influencia del número de alumnos que existen en las mismas condiciona la calidad de la enseñanza que nosotros podemos aportar o transmitir.

Pues bien, resulta ser que, a la vista de uno de los estudios realizados por dos investigadores educativos de la Universidad de Hardward, Will Dobbie, Roland G. Fryer, Jr  que realizaron un estudio bastante completo (y complejo) a escuelas charter de Nueva York, parece observarse que esa situación empírica que observamos en nuestro quehacer cuotidiano no tiene demasiada influencia en los resultados finales de los alumnos.

En primer lugar, y antes de exponer las conclusiones de esos dos investigadores, me gustaría aclarar el concepto de escuelas charter para poder entender un poco más el ámbito de estudio en el cual se basaron. Esa tipología de centros escolares son aquellos centros que reciben dinero público (como el resto de centros educativos públicos de EE.UU.) pero que no están sujetos a la totalidad de las reglas, regulaciones y connotaciones que se aplican en el resto de centros educativos públicos. Es decir, muy parecido a los centros concertados de nuestro país: centros subvencionados con dinero público, que permiten la aportación “voluntaria” de dinero privado (de los padres o de asociaciones) y, con orientaciones y estrategias educativas algo más flexibles que las marcadas por el propio gobierno. En definitiva, centros públicos gestionados de forma privada y donde llevan mayoritariamente a sus hijos aquellos que quieren optar por unas características determinadas para sus alumnos (cooperativas de padres, centros de diferentes congregaciones religiosas, etc.).

En ese tipo de centros, cuya segregación de alumnos es manifiesta y, consecuentemente ya ha habido un filtro en la elección del alumnado, nos encontramos, a la vista del estudio, que las medidas relacionadas con el tradicional modelo de recursos educativos (tamaño de la clase, gasto con alumno, capacitación de los docentes, etc.) no se relacionan positivamente con la eficacia escolar. En contraste a lo anterior, hay cinco medidas que parece que sí que implican una mejoría en los resultados de esos alumnos:
  • Comentarios frecuentes del docente sobre el trabajo realizado
  • Instrucción basada en datos y hechos tangibles (demostrables)
  • Tutorización efectiva y continua
  • Aumento del tiempo de instrucción (aumento del horario lectivo de los alumnos)
  • Enfoque constante de la enseñanza en el rendimiento académico
En definitiva, en centros “segregadores” que agrupan alumnos por cuestiones socioculturales, parece que la mejoría de resultados permitan un mayor número de alumnos en el aula con un menor coste para las arcas públicas y ello nos lleva a realizarnos una simple pregunta: ¿debemos usar métodos segregadores en el reparto de los alumnos por aula para conseguir la máxima homogeneización en las mismas y, por ende, un mayor resultado académico de los mismos? o ¿debemos mantener aulas heterogéneas, más caras, pero con mayores posibilidades de inclusión y menos de expulsión del sistema de aquellos que, por sus características socioculturales, estarían abocados a un abandono temprano del sistema?

Quizás sería bueno mezclar ambas opciones. Intentar homogeneizar los grupos pero dotar de la máxima flexibilidad a los mismos e, intentar ayudar a los alumnos divergentes en dicha homogeneización mediante atenciones individualizadas para que pudieran ponerse al nivel de sus compañeros (no como las actuales que, lo único que hacen es aumentar la distancia entre los que pueden seguir el sistema y los que no). Eso sí, a partir de un cierto momento, quizás sería necesario el establecer vías profesionalizadoras divergentes.

Fuente: xarxaTIC

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