Uno de los grandes problemas que existirán en las aulas de nuestro país a
corto y medio plazo es la existencia de malos profesionales para impartir
docencia a nuestras futuras generaciones.
¿Por qué esa afirmación, cuando se nos
habla en los últimos tiempos de la dignificación de la función docente,
de la selección de los mejores, de nuestra importancia para una mejora
de la propia sociedad?
No se trata de una afirmación gratuita, ya que a
día de hoy y viendo lo que se avecina, optar por la función docente sólo
puede darse por dos motivos (y siento la crudeza de dichos argumentos):
Estudiar una carrera universitaria (con
todo el esfuerzo que ello supone, a menos que vayamos a alguna de esas
Universidades que todos conocemos de “pay for title” -pago por título-)
para acabar en una profesión tan poco atractiva en estos momentos como
la docencia es un grave error.
Llegará un momento en que no se tratará
de escoger a los mejores, se tratará de escoger a los mejores entre
todos los peores y mediocres. ¿Cómo va a ser atractiva una profesión que
se está haciendo cada día que pasa menos atractiva como destino
profesional?
Antes, podíamos considerar en que se
accedía a la docencia para conseguir un trabajo seguro, que permitía
vivir (no bien, pero con las necesidades básicas y algún extra
cubiertos), que era compatible con la familia y, que estaba reconocido
socialmente.
Ahora nos encontramos, después de los
últimos recortes, con un salario cada vez más menguado. No me extrañaría
nada llegar, a medio plazo y si la situación no varía, a salarios
mileuristas (aunque muchos docentes que trabajan actualmente a jornadas
partidas ya saben lo que es eso), a dar cada vez más horas lectivas a
nivel de fábrica con alumnos cada vez más heterogéneos (en necesidades y
capacidades) y, con un prestigio social por los suelos. Además, a nivel
mediático tal como se está considerando nuestra profesión, prefiero ni
hablar.
En Finlandia, y eso que si seguís mis
argumentaciones, sabréis que odio las comparaciones entre sistemas,
quizás el salario no sea mayor que el de nuestro país, pero las
posibilidades de promoción y reconocimiento social son infinitamente
mejores. ¿Cómo podemos hacer atractiva una profesión mileurista para
captar a los buenos profesionales? ¿Cómo impediremos que los mismos se
vayan al sector privado, con mejores salarios y, tal como pintan las
cosas, iguales horarios laborales? ¿Qué podemos ofrecer para hacer
atractiva nuestra profesión?
No se trata de dignificar la profesión
docente dotando de mayor autoridad al docente ni de palabras que digan
lo buenos que somos. La profesionalidad se ha de pagar, y los buenos
profesionales valen dinero y exigen buenas condiciones laborales. Para
salir de la crisis necesitamos a los mejores y los mejores, en las
condiciones que se prevén no van a dedicarse a la docencia.
Rectifiquemos antes de que sea tarde y sólo los inútiles opten a dicha profesión con las consecuencias que ello comportaría.
Fuente: XarxaTic
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